Durante dos días, el 7 y el 8 de junio, la Iglesia Católica en Jerusalén celebró la Festividad de Pentecostés, en conmemoración de la venida del Espíritu Santo sobre la Virgen María y los Apóstoles que marcó el nacimiento de la Iglesia. Las celebraciones incluyeron la inauguración de la Sala de Pentecostés en Notre Dame, una Vigilia de Oración y dos Misas solemnes el Domingo de Pentecostés.
Apertura de la Sala de Pentecostés
En la víspera de Pentecostés, el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, inauguró la recién terminada Sala de Pentecostés en el Pontificio Instituto de la Santa Sede Notre Dame de Jerusalén, por invitación de Mons. Adolfo Tito Yllana, Nuncio Apostólico en Tierra Santa, y el P. David Steffy L.C., encargado del Centro Notre Dame de Jerusalén. Situada en la segunda planta, la sala cuenta con un impresionante mural de 360° del artista chileno Daniel Cariola, que abarca 217 m² en sus cuatro paredes y se extiende hasta el techo, representando la venida del Espíritu Santo en Pentecostés.
Pintado a lo largo de cinco años, esta obra de arte inmersiva incluye más de 190 figuras: desde la Virgen María y los Apóstoles hasta personajes bíblicos transformados por sus encuentros con Cristo, culminando en una poderosa invitación al visitante a entrar en la escena como el testigo "190+1".
El cardenal Pizzaballa bendice la Sala de Pentecostés
En su discurso, el Cardenal Pizzaballa elogió la sala como un espacio sagrado que invita a la oración, la reflexión y la apertura al Espíritu. Subrayó la misión de la Iglesia en Jerusalén de vivir de los frutos del Espíritu y ser una luz en tiempos de oscuridad. "Todavía seguimos viviendo en el tiempo de Pentecostés", dijo, recordando a los fieles que el Espíritu llama a la Iglesia a la unidad más allá de las divisiones culturales. "Hemos recibido el don del Espíritu para entendernos unos a otros como uno". También reflexionó sobre lo que significa vivir según el Espíritu, afirmando: "Sin el Espíritu Santo, no hay esperanza creíble. El Espíritu es vida". Dondequiera que alguien actúe con bondad, subrayó, allí está vivo el Espíritu, allí se manifiesta el Reino de Dios.
Vigilia de Oración en la Capilla de Nuestra Señora de la Paz
S.B. el Cardenal Pizzaballa presidió la Vigilia de Oración en la Capilla de Nuestra Señora de la Paz en el Centro Notre Dame, animada por la Unión de Hermanas Religiosas en Tierra Santa. Asistieron varias órdenes religiosas, seminaristas de Beit Jala y fieles. La vigilia incluyó lecturas de las Escrituras, himnos y momentos de reflexión silenciosa, en preparación para la festividad. Se encendieron velas mientras se elevaban oraciones por la paz y la curación, tanto en Tierra Santa como en todo el mundo.
En su homilía, el Patriarca describió como un momento decisivo en nuestra fe después de la Pascua, la muerte y resurrección de Jesús, pero no podemos entender la Pascua sin el Espíritu Santo, a través de Él podemos entender que la Obra de Jesucristo en la Cruz fue un punto de inflexión en la historia.
Unción de la mano de un seminarista durante la oración de vigilia
Mientras el Patriarca ungía las manos de los fieles con óleo perfumado, reflexionó sobre la relación con Jesús, que produce paz y alegría, percibida por quienes nos rodean. La Iglesia, dijo, está llamada a ser a la vez la esposa y la morada de Cristo, un espacio donde las personas pueden encontrase con Él personalmente. Aunque el mundo antiguo ha pasado, se no invita a percibir el nuevo cielo y la nueva tierra a través del Espíritu, incluso aquí en Jerusalén. El Espíritu Santo trae la renovación no a través de nuestra perfección, sino a través de nuestra apertura a convertirnos en instrumentos de Dios. Señaló: “como Iglesia de Jerusalén, compartimos una vocación común para romper las barreras del miedo, dar testimonio del amor, vivir y hablar de manera diferente, no porque seamos mejores, sino porque hemos recibido esta llamada de Jesucristo”.
Domingo de Pentecostés
Las celebraciones de Pentecostés concluyeron en el Centro Notre Dame con una Misa solemne presidida por Mons. William Shomali, Vicario General, y a la que asistieron sacerdotes de los Legionarios de Cristo, que supervisan el Centro.
En su homilía, Mons. Shomali reflexionó sobre la necesidad perdurable del Espíritu Santo, afirmando que todavía necesitamos al Espíritu Santo hoy, tanto como la Primera Iglesia. Destacó cómo el Espíritu nos inspira a vivir los frutos del amor, la alegría, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y el dominio propio.
Trazando un paralelo con los reunidos en el Cenáculo, alentó a los fieles a prepararse a través de la oración y la quietud, permaneciendo atentos a la voz de Dios. Mons. Shomali también destacó el papel vital del Espíritu Santo en vivificar los sacramentos de la Iglesia, explicando que, así como el Espíritu transforma el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, también transforma a los creyentes en la imagen de Cristo a través de los frutos del Espíritu.
Mientras tanto, el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, celebró la Misa de Pentecostés en la Abadía Benedictina de la Dormición cerca del Cenáculo, concelebrada por Mons. Boulos Marcuzzo, el Abad Nikodemus Schnabel y el P. Bernard Poggi. En su homilía, el Cardenal ofreció una poderosa reflexión sobre el Espíritu Santo como el aliento vital de la Iglesia, enraizado en el misterio pascual: "El Espíritu emana de la cruz, del costado abierto del Señor que da vida". Comparándolo con el aliento de Dios en el Génesis, enfatizó que el Espíritu no es un añadido a la fe, sino su propia fuente de vida. Pentecostés, dijo, es un momento de renacimiento, curación y comunión restaurada.
Refiriéndose a las realidades de Tierra Santa, reconoció el sufrimiento, la división y la desesperación, especialmente en Gaza, que se ha convertido en símbolo del dolor de la región. Subrayo que esta realidad está muy lejos del espíritu de Pentecostés que une. Sin embargo, subrayó nuestra llamada a vivir en el espíritu, no en la carne, que se asemeja a nuestra fragilidad y al primer Adán. "Unidad, Diversidad, Comunidad, Relación, Compartir, Entrega, Amor, Paz... estas son las palabras que resuenan en Pentecostés cuando hablamos del don del Espíritu Santo y del nacimiento de la Iglesia. Parecen muy alejados de lo que estamos viviendo en este momento... Las consignas que escuchamos están bajo la bandera del odio, la desconfianza, el desprecio y la división, pero también de incomprensión, abandono y soledad... Así que hoy estamos llamados a decidir. Ya sea para dejarnos guiar por el Espíritu Santo que hemos recibido y que está en nosotros, ya sea para convertirnos en los que dan expresión a la vida de Dios en nosotros, al Espíritu que Jesús ha infundido en nosotros, o si dejar que la carne determine nuestras elecciones, es decir, si vivir solo como los que están hechos del polvo de la tierra, como el primer Adán".
La Misa concluyó con pétalos de rosa cayendo del techo, simbolizando el descenso del Espíritu Santo sobre la Iglesia.
- Álbum de la Sala de Inauguración de Pentecostés
- Álbum de la Vigilia de Oración
- Álbum del Domingo de Pentecostés