Celebración de la Presentación del Señor en el Templo

El viernes 2 de febrero de 2024, en Jerusalén, Su Beatitud el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, presidió una Misa en la Pro-Catedral, en celebración de la Fiesta de la Presentación del Señor al Templo, que también se considera el Día de los Consagrados. Concelebraron varios Obispos y Sacerdotes; en presencia de diversas órdenes religiosas y de consagrados en Tierra Santa.

Cuarenta días después del nacimiento del Divino Niño... San José y la Virgen María fueron a Jerusalén y presentaron al Divino Niño en el Templo, como signo de su consagración a Dios, y según lo que mandaba la ley, así como también ofrecieron un par de palomas o tórtolas. La Iglesia celebra esta fiesta desde los primeros tiempos, como una invitación para los religiosos y aquellos que consagraron sus vidas al Señor, a volver a comprometer sus vidas en semejanza con el Divino Niño, Jesucristo, prometiendo permanecer célibes, en anticipación de la venida del Reino de Dios, aquí en la Tierra (Mateo 19,12; Mateo 22,30).

S.B. el Cardenal Pizzaballa, bendijo las velas al inicio de la liturgia, recordando la venida de Cristo, tan esperada entre su pueblo, como afirma Simón el Viejo: "luz para revelación a los gentiles, y gloria para tu pueblo Israel". (Lucas 2,32.)

En su homilía, el Cardenal Pizzaballa, agradeció a todos los consagrados y consagradas su presencia en Tierra Santa y su importante papel y servicio a la vida de la Iglesia Madre, señalando: "Nosotros, los religiosos, debemos ser capaces ... de poder ver la Luz, que ilumina a cada ser humano que vive aquí, poder ver la redención de Jerusalén, nuestra hermosa y atormentada Jerusalén. Así que no nos detengamos por el dolor, la espada que nos atraviesa y las muchas contradicciones que nos afligen. Doblemos las rodillas en oración y adoración; Nuestro humilde servicio a la pobreza del pueblo; vuestro corazón dispuesto a sanar las heridas y el dolor de los pobres; Nuestra voluntad de estar al lado y apoyar a los jóvenes

que crecen y estudian con nosotros, no es más que una forma de traer a la vida de esas personas la Eternidad que habita en ellas ... En el mar de odio que nos ha invadido, que sus vidas sean testimonio de un amor que se ha cumplido; de la atención al paciente; de aceite derramado sobre las múltiples heridas de este tiempo y de estos pueblos. En otras palabras, que vuestro testimonio sea un testimonio de consuelo y de salvación".

Al final, Sor Greta de las Hermanas del Rosario ofreció una palabra de agradecimiento a Su Beatitud y luego llamó a todos los celebrantes del Jubileo de consagración a volver a comprometer sus vidas, y ellos son:

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