Su Beatitud el Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, se dirige al P. Ibrahim Nino, Director de la Oficina de Medios de Comunicación, sobre su visita pastoral a Gaza, que tuvo lugar del 15 al 19 de mayo de 2024.
Entré en Gaza durante la semana de Pentecostés, en la que oramos por la efusión del Espíritu Santo. Sin duda, fue una gran bendición estar con los feligreses de Gaza. Estuve entre mi Pueblo que actualmente está soportando mucho sufrimiento por la guerra y la destrucción que ha dejado. Traje conmigo la promesa de una nueva vida, y me sorprendió mucho que fueran ellos los que me enseñaran una lección que nunca olvidaré: su fe inquebrantable, llevada con sonrisas conmovedoras, dejó una marca en mí y en mi vida.
Vi esperanza y optimismo en sus ojos. Me dijeron: "Nos quedaremos aquí. Mientras la iglesia esté con nosotros, no tenemos miedo". Me impresionó mucho su actitud.
Realicé una visita pastoral para comprobar las condiciones de la comunidad cristiana en Gaza. La magnitud de la destrucción de la que fui testigo es increíble, y las malas condiciones de vida, como la falta de agua y electricidad y la ausencia de seguridad, son terribles. El sonido de los bombardeos es frecuente y se siente a cada momento. A pesar de esto, vi unidad entre ellos, organizando su vida cotidiana en el monasterio y administrando su uso de la electricidad, el agua y los alimentos para que no les faltara nada.
Visité la Iglesia Ortodoxa, recé con ellos y pasé tiempo en el monasterio para conocer a todos sus residentes, junto con su párroco y su obispo, quienes han sido muy acogedores. La situación es igualmente terrible para todos. Les hablé de su vida cotidiana y de sus aspiraciones una vez que termine la guerra y se establezca la paz.
No dudé en visitar y bendecir la panadería, propiedad de una familia cristiana, que recientemente había reanudado sus actividades y sirve a todos los miembros de la comunidad, aunque en cantidades pequeñas y a veces insuficientes. La perseverancia de los fieles de Gaza en la celebración de la Misa y en la adoración de Cristo en la
Eucaristía, el Pan de Vida, sin interrupciones ni cansancio, ha levantado su espíritu y les ha infundido fuerza, esperanza y alegría.
También visité el cementerio, donde bendije las tumbas de los fieles difuntos, especialmente la de las mártires Nahida y Samar, que fueron asesinadas por un francotirador cerca del monasterio.
Al final de mi visita, celebré la fiesta de Pentecostés con la parroquia de Gaza, el domingo 19 de mayo de 2024, y administré el sacramento de la Confirmación a dos feligreses, George y Salama. Durante mi homilía, subrayé dos cosas importantes: la necesidad de mantener la unidad entre nosotros, que he visto y que doy testimonio. Y el papel crucial desempeñado por los sacerdotes y hermanas en la comunidad en el período pasado. También les insté a que, con el poder del Espíritu Santo, mantuvieran viva la llama de la esperanza en sus corazones y en sus vidas, y les aseguré que, como Iglesia, no los abandonaremos y estaremos entre los primeros en ayudar a reconstruir Gaza y ayudar a su pueblo a lograr una vida digna.
Qué más puedo decir: quiero enviar un mensaje claro a los responsables de la toma de decisiones. ¡Basta de matar! La guerra debe terminar y deben abrirse vías de ayuda diversa para evitar una crisis humanitaria inminente. Espero que esta pesadilla termine pronto.